La universidad, que forma a los abogados, tiene como objetivo la formación integral del hombre(y mujeres), para su acceso al ser en cuanto bien, en cuanto verdad y en cuanto belleza. La madre nutricia (alma mater) no forma con el único propósito de aprender a ganarse la vida. La universidad forma en el profesional a un servidor del bien común y es aquí donde el abogado ejerce su destreza, su talento, su arte, como instrumento de trabajo.
cuando ingresamos a la facultad de Derecho, cierto es que iniciamos la carrera románticamente, nos motiva ser los defensores de la justicia, la razón y el honor. Defender a los oprimidos, defender a los que no tienen voz. Sin embargo, amargo es nuestro despertar, porque al recibirnos nos encontramos con un sistema duro de quebrar, porque nuestra demanda de justicia está sujeta al pago de tasas y otros "deberes" que constituyen la maquinaria de la industria de las injusticias en nuestra sociedad, y nos volvemos insensibles y damos la espalda a quienes no pueden no solo pagar nuestros honorarios sino tampoco pagar esas tasas.
Abogado, en lengua romance, proviene de "Ad-vocatus", que quiere decir "Llamado", es decir, no se trata de un simple "llamado", porque la preposición ad, según el Prof. Humberto Vázquez (Facultad de Derecho de la Universidad Nacional de Córdoba), le da a la palabra advocatus, un sentido de fuerza, impulso. Entonces podemos decir que se trata de un llamado con fervor, porque se necesita su auxilio.
La búsqueda de la justicia es inacabable, constituye la lucha de ayer, hoy y siempre y por ello no podemos bajar la guardia. "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia".